
Para conocerse a sí mismo es necesario observarse, ser un espectador de nuestra forma de comportarnos, de pensar, de reaccionar, de emocionarse, de excitarnos… Observar sin juzgar, sólo constatando. Como si tú “yo” se desdoblara, y tu “yo-b” fuese un observador permanente de lo que tu “yo-a” hace, piensa y reacciona en cada momento. Lo que estaremos contemplando son esquemas emocionales y mentales que no son nosotros, sino que son formas adquiridas a lo largo de nuestra vida, producto de nuestras circunstancias. Es decir:
Lo que somos ahora es resultado de lo que fuimos.